Con relación a las matemáticas, en nuestra sociedad aún existen los más extraños prejuicios. Unos dicen que solamente personas de gran talento pueden dedicarse a las matemáticas; otros afirman que para ello es preciso tener una "memoria matemática" especial que permita recordar todo lo relacionado a números.
Claro que no se puede negar que existen cerebros con grandes inclinaciones hacia una u otra actividad matemático-mental, pero tampoco se puede afirmar que hayan cerebros normales, absolutamente incapaces a la percepción y completa asimilación de los hechos matemáticamente recordables, por lo menos en la magnitud promedio del ser racional y sentimentalmente motivado.
Siendo justos y reconociendo por fin que la expresión "incapaz para memoria matemática" es, ante todo, un producto amargo de nuestra inhabilidad y, posiblemente a veces, de nuestra ligereza y falta de deseo en situar la enseñanza de las matemáticas, tanto en la familia como en la escuela, a la altura correspondiente y acorde con todos los campos a los que estamos continuamente expuestos, sentimiento incluido.
Es aún menos prudente hablar sobre la necesidad de una memoria exclusiva o especial para que permita retener (¿Conservar en la memoria?) unas fórmulas, reglas, fechas, etc. para convertir una ciencia consciente y consecuente, en cuanto al pensamiento sentimentalmente lógico, en un proceso mecánico e inconsciente. Mientras tanto, cuan lejos puede llegar el asunto con una actitud, así lo atestigua el conocido matemático ruso V. P. Ermakov, del cual no se ni papa, pero si fue al menos un matemático y numerólogo reconocido.
Siendo justos y reconociendo por fin que la expresión "incapaz para memoria matemática" es, ante todo, un producto amargo de nuestra inhabilidad y, posiblemente a veces, de nuestra ligereza y falta de deseo en situar la enseñanza de las matemáticas, tanto en la familia como en la escuela, a la altura correspondiente y acorde con todos los campos a los que estamos continuamente expuestos, sentimiento incluido.
Es aún menos prudente hablar sobre la necesidad de una memoria exclusiva o especial para que permita retener (¿Conservar en la memoria?) unas fórmulas, reglas, fechas, etc. para convertir una ciencia consciente y consecuente, en cuanto al pensamiento sentimentalmente lógico, en un proceso mecánico e inconsciente. Mientras tanto, cuan lejos puede llegar el asunto con una actitud, así lo atestigua el conocido matemático ruso V. P. Ermakov, del cual no se ni papa, pero si fue al menos un matemático y numerólogo reconocido.
Sin ser de gran talento mi memoria matemÁTICA me lleva hoy día a esa cifra ya titulada, y sigue contando, y sigue pensando, recordando, extrañando.....todo con Té.
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